Leyendo el blog Espacio de Crianza del Dr. Roberto Lerner, me interesó la siguiente pregunta: “¿Quién fracasa cuando un niño fracasa académicamente?” El fracaso escolar es un tema o mejor dicho una situación recurrente durante y al finalizar cada año escolar. Pero, ¿Quién fracasa realmente? ¿Es el alumno? ¿Acaso somos los maestros? ¿Y los padres? Estas interrogantes son el punto de partida para la reflexión, en el presente artículo, sobre esta situación que no sólo nos preocupa sino nos exige tomar medidas al respecto.
Es evidente que el fracaso es del propio estudiante. Sin embargo, existen otros intervinientes que son responsables de dicho fracaso. Así tenemos, a los propios “docentes” que en un porcentaje considerable no asumen realmente el rol de nuestra profesión y se ven agobiados por el sistema educativo recalcitrante que impera y que impide muchas veces cumplir con la labor de formar personas; que ve en la repitencia la solución al problema (cosa más extraña y que no existe en muchas partes del mundo desarrollado). A pesar de ello, existen maestros que a pesar de las dificultades dan lo mejor de sí mismos para cumplir a cabalidad dicha labor, aunque en el camino se encuentren con un sinnúmero de dificultades; entre las cuales están los propios padres de familia y la sociedad misma.
Por lo dicho en líneas anteriores resultaría injusto señalar como único responsable del fracaso escolar del alumno al docente como se viene propagando últimamente. Sobre todo, si tomamos en cuenta que el éxito de un estudiante no depende únicamente de él mismo y de sus profesores (La Escuela) sino también de sus propios padres, quienes deben ser acompañantes permanente de su formación, y de la sociedad que a través de los medios de comunicación debe contribuir en el correcto desarrollo de todo niño y adolescente.
Lamentablemente, la realidad nos demuestra que hoy en día los padres han relegado completamente su responsabilidad en la formación de sus hijos. Peor aún, se han convertido en agentes perjudiciales en su proceso educativo. Así tenemos a padres que reducen la educación de sus congénitos a los gastos que realizan. Los cuales, según ellos, deben reflejarse en el resultado académico de sus hijos; como si hubiera una relación entre el aprendizaje y lo estrictamente económico. Por otro lado, está la sociedad que se ha convertido en un ambiente hostil en cuanto a educación se refiere. Pero que por el contrario, abre las puertas a todo vicio y actividad ilícita que no contribuyen en absolutamente en nada. Que en lugar se sumar, restan.
Finalmente, queda decir que es tiempo de reaccionar y darse cuenta que el cambio no se va ha producir si no cambiamos nosotros mismos. Pues el fracaso escolar de un niño o adolescente es el fracaso de todos. Pero si vemos la educación como una oportunidad y no como un obstáculo entonces lograremos alumnos exitosos.